Al oído del señor Ministro

La filtración ‘involuntaria’ que dio a la luz el proyecto de reforma tributaria se convirtió en un hecho favorable tanto para el gobierno como para la gente del común.

Para beneficio de la sociedad se descartó gravar la canasta familiar con IVA y, para el Gobierno, se midió el efecto que podrían generar algunas de sus medidas.

El jefe de la cartera de Hacienda ha anunciado que se busca favorecer a las personas de menores ingresos y presionar a aquellas con mayor capacidad económica para que aporten al fisco nacional, teniendo en cuenta que, en muchos casos, las primeras terminan pagando más impuestos que las segundas.

Afirma que el proyecto se centra en recuperar la equidad, y con ese objetivo propone eliminar beneficios y cerrar espacios proclives a la evasión fiscal. Estas pretensiones son loables.

El proyecto conocido comprende más de 650 artículos. Su extensión obedece a que se presenta el Estatuto Tributario en su integridad, lo cual puede dificultar su trámite, pues incluye normas idénticas a las que existen en el Estatuto vigente.

Lo único que podrían generar éstas últimas es distraer la atención de las verdaderas novedades propuestas.

Lo recomendable sería que se limitara a incluir los cambios y dejar la presentación del “Estatuto Integrado” como un documento de soporte para el análisis de las modificaciones en contexto.

Respecto a la equidad, el señor Ministro ha ventilado en varios medios el tema de los pequeños asalariados y trabajadores independientes, señalando que se les va a dar la posibilidad de presentar de forma “voluntaria” declaraciones de renta, con el fin de que puedan recuperar las retenciones que se les descuentan. Vale la pena advertir que la gran mayoría de estos contribuyentes no está hoy sometido a retención en la fuente, por lo que no resulta honesto que presente argumentos que no corresponden a la realidad.

Si fuera válida la medida, por estar buscando gravar a quienes no lo están, la solución pasaría simplemente por la reducción de las tarifas de retención, sin mayores cambios de orden legal y sin originar procesos de devolución.

La propuesta hace recordar el error estratégico de una empresa de telefonía celular, que después de una exitosa promoción, obtuvo una respuesta inmensa de clientes, pero no estuvo en condiciones de administrar.

Algo similar podría suceder.

Hoy, la DIAN, a pesar de haber incluido mayores obligados a declarar e informar vía Internet, y exigir más información (Recuérdese el anexo de renta con más de 450 renglones), ha mostrado improvisación, hasta el punto que la ampliación de plazos frente a la constante caída de sus sistemas informáticos se volvió cosa de casi todas las semanas.

Además, las devoluciones se han convertido en un verdadero calvario para los empresarios, ya que al poco ágil procedimiento adoptado en la última reforma, se ha sumado un sentimiento generalizado en la DIAN de desconfianza frente a todo aquel que las solicite. Se preguntará el lector, ¿qué pasaría si un número mal estimado de tan solo 1.000.000 de trabajadores resultara ahora gravado y procediera a solicitar devolución?

¿Cuál sería el efecto para estos y para todos los que tradicionalmente han tenido derecho a este trámite? La respuesta la tiene el señor Ministro.

Gustavo Cote Peña

Exdirector  de la Dian